A tres años de que comience el Mundial de fútbol de Sudáfrica 2010, el país africano tiene más problemas que soluciones con respecto a la organización, y la carrera contra el tiempo hace más difícil la posibilidad de que África tenga por primera vez en su suelo el más grande evento futbolístico.
Bajo una intensa ola de calor que sufre la población sudafricana, se están realizando las obras para recibir la nueva Copa del Mundo en 2010: se están renovando los aeropuertos, comprando cientos de autobuses, y se están contratando y capacitando a miles de policías.
Tras la "perfecta" organización del Mundial de Alemania 2006, el comité organizador sudafricano se vio obligado a realizar nuevos y lujosos estadios, por lo que los apenas 280 millones de dólares que costaría arreglar los viejos estadios de rugby y la Soccer City de Johannesburgo en donde se había anticipado que se jugaría el campeonato, ascendieron a unos 1260 millones de dólares en tan sólo cinco meses.
Los expertos consideran esta cifra injustificada, ya que sólo Johannesburgo podría atraer multitudes cuando culmine el campeonato, pero miembros del comité organizador aseguran no será así y que los estadios se usarán como polideportivos y para realizar conciertos.
Por otra parte, el país no tiene un sistema de transporte viable para los visitantes ni siquiera para su gente, por lo que el gobierno prometió una masiva transformación que incluye 600 autobuses interurbanos nuevos de lujo, 10.000 microbuses nuevos y 60 trenes a estrenar.
Asimismo, la seguridad tampoco da garantías en Sudáfrica: por día hay un promedio de 50 homicidios, 700 agresiones con violencia y 356 robos agravados; aunque, gracias a un esfuerzo que efectúa la fuerza policial, se están contratando 11.000 oficiales al año desde hace siete años.
Finalmente, según afirman del comité que organiza el torneo, la Copa es algo más que una cuestión económica, ya que necesitaban un evento constructivo de alcance nacional porque el apartheid, término relacionado con la diferenciación de razas, creó dos grupos sudafricanos, blancos y negros, que en realidad viven como dos pueblos separados y no como una nación. Con el Mundial se cree que esto cambiará.
Sin embargo, con todos los pro y los contra, ¿Será Sudáfrica capaz de realizar un Mundial sin salir perjudicado?. Los aspectos negativos son muchos, tal vez demasiados. Aunque la ilusión de la gente y la buena voluntad del comité organizador, mantiene viva la esperanza.
Saludos
Marian
jueves, 14 de junio de 2007
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